Vivienda situada en la falda que mira al mar y a Barcelona de la montaña de Vallvidera. El pronunciado desnivel se salva, del lado montaña, por un patio empotrado en la roca original, y del lado mar, con una serie de bancales. La distribución interior recupera esta dualidad: las habitaciones, como alcobas, detrás; la sala, organizada a lo largo de una gran cristalera, delante, con ejes visuales que permiten disfrutar del paisaje desde todos los espacios.